3 oct 2007

Sorbiendo cabezas

La popular actriz, ganadora de un Oscar por Shakespeare in love, Gwyneth Paltrow, está promocionando estos días una nueva serie de TV que protagoniza, sus declaraciones cuando pasó por Madrid no dejaron de sorprenderme, dijo - "Lo único que no me gusta de la comida española es el jamón" - ¿De verdad hay alguien a quien no le guste el “pernil”?, es evidente que sí. ¡Que horror!
La cultura culinaria tan arraigada a la geografía nos hace a todos disfrutar con distintos tipos de alimentos, tan curioso es esto que lo que a algunos nos hace salivar a otros les da arcadas y viceversa.
He leído algún estudio de antropólogos y sociólogos de la Universidad de no sé donde, que afirman tener un ranking de la evolución cultural de un pueblo según los alimentos que ingiere y como los prepara en la cocina.
Así como para los estadounidenses comer caracoles les parece algo imposible; para nosotros comer insectos como en muchos países asiáticos, también es algo que no se puede registrar en nuestro neocórtex, como indica el admirado Eduard Punset en su libro “El alma está en el cerebro”, sin atribuirle a esto algún rasgo de repelús.
Un amigo mío insiste una y otra vez, cuando salimos a hacer unas tapas y unos vinos, que las gambas son las cucarachas del mar, y puede que tenga parte de razón, incluso se la doy mientras les sorbo la cabeza a estas “cuquis marinas” de ojos saltones y largos bigotes.
La comida es cultural, los prejuicios están en la cabeza no en el paladar, reconozco que he tardado 36 años en atreverme con los “peus de porc” (pies de cerdo), soy un estúpido. Mi madre, hasta después de cumplir los 40, no se atrevió con los huevos fritos, la yema tenía algo en la textura que le hacía imposible acercarse a ella; ahora debe vigilar el colesterol ya que no entiende como ha podido pasar tanto tiempo sin disfrutar mojando pan en ella, o acompañar a los solitarios huevos fritos, con bacon y patatas en suculentos e hipercalóricos “american breakfast”.
Si nuestra querida Paltrow no quiere que un plato de jamón ibérico descansando en una cama de “pà amb tomàquet” le transporte a las puertas del cielo, es su elección y se debe respetar, aunque mi neocórtex se haga cruces de ello.
Yo tengo también mis propios prejuicios, sobretodo después de ver un documental de “Animal Planet” sobre Camboya, donde se “cultivan” en grandes criaderos tarántulas y las venden fritas, como golosinas, en los mercados de todo el país. Yo seguiré sorbiendo gambas.



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