5 dic 2007

Un mar con paredes de metal

Cuando el autocar estacionó en el centro del pueblo, los turistas se dispersaron por las calles adyacentes con sus cámaras digitales colgando sobre el pecho y unos cuantos dólares en los bolsillos.
Uno de los turistas avanzó por una pequeña calle de suelo terroso. Una docena de metros más allá, al lado de la puerta de entrada de una casa desvencijada, un niño jugaba metido dentro de un bidón lleno de agua.
Una pequeña rama flotando era un gran transatlántico, un barco pirata, un buque de guerra; y el niño a su vez, se transformaba delante del curioso turista en bucanero, tiburón o submarinista con sólo desearlo. Le daba igual que su mar estuviera limitado por paredes de metal, para él era infinito.
Cuando el niño vio al turista apuntarle con el objetivo de su cámara se quedó mirándolo extrañado, ¿de qué desconocido océano había surgido?
El turista desapareció calle abajo.
El pequeño siguió jugando entre las olas de un infinito mar con paredes de metal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La idea del niño en su oceano es muy chula, pero ¿Cuál es el mensaje que realmente quieres transmitir?