3 dic 2007

PoLImÓrFicO

Einstein estaba harto de tanta fórmula. Después de dar a conocer su famosa E=mc2, y de llenar por completo una y otra vez las grandes pizarras que hacían de pared, en el sótano de su vieja casa de Württemberg, en pleno desarrollo de la Teoría General de la Relatividad, se miró al espejo y suspiró. Estaba cansado. Había pasado demasiado tiempo encerrado en aquella fría y oscura cripta de la física, aquel panteón científico donde las formulaciones nacían, crecían, y en el mayor de los casos morían sin que dieran fruto alguno. La imagen reflejada de sí mismo se le hacía irreconocible, el cabello cano, el lánguido rostro, la opaca mirada, crónica viviente de efemérides pasadas bajo tierra.
Aquella misma noche desapareció para siempre, abandonó a su mujer, abandonó su casa, abandonó el país, abandonó a Einstein para ser quién realmente siempre quiso haber sido.
La fama no tardó en atraparle de nuevo, había nacido para el éxito.




Aléjate del monitor y cierra un poco los ojos, verás quién quería ser realmente Einstein.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Directo e inteligente. Me ha encantado :)