10 nov 2010

Olgamóvil


Mi pareja, que le gusta hacer las cosas a su manera, ha invertido el orden de la sabia naturaleza (una vez más), comprándose un coche antes de tener el carnet de conducir.

Por lo que explica eso le servirá de acicate, de estímulo para así tener más ganas de tener el papelito acreditativo de conductora oficial, y titulo de “peligro público” oficioso (esto último se lo dice ella a sí misma).

Lo que me preocupa es que siendo “la reina – the Queen” del Papamóvil - un vehículo eléctrico de que disponemos en el lugar de trabajo -, quiso comprarse algo similar, ya que ese no podía ser matriculado (como es lógico). Así que decidió comprarse un pequeño pero simpático Smart automático.

Es un coche que no me desagrada en absoluto, el problema está en que ella insiste, no sé por qué extraña razón, en colocarle orejas de perro al coche. Lo tiene clarísimo, quiere que dos enormes orejas caigan desde el techo o desde los retrovisores hacia el asfalto. ¿?

Como tendré que conducirlo yo, hasta que la DGT la autorice a conducir a ella, voy a tener que pasear el Smart-dog, conocido como Olgamóvil, y se me antojan algunas dudas. ¿Para cambiar el aceite voy a tener que llevar el coche a un pipi can? ¿En vez de al mecánico tendré que pedir hora al veterinario? ¿Gasolina 95 o Royal Canin?

Tengo miedo!

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